sábado, 31 de octubre de 2009

LAS SEIS SENDAS DE LA DESMOTIVACIÓN



Hace años que leo las páginas "salmón" de los periódicos. Antes para saber lo que me convenía, hoy día para saber lo que conviene a mis clientes.

Aquel domingo encontré un anuncio que me llamó la atención:
"Gabinete Desmotivador.
Resuelva sus excesos de motivación.

Logre el sano distanciamiento que siempre soñó tener.
Ataje de raíz el stress y los problemas familiares"
Llamé sin dudar y concerté una cita. Llegué diez minutos antes de la hora. Me hicieron esperar dos horas en una sala mal ventilada y peor iluminada, leyendo trozos de revistas mal avenidos.
Me recibió entonces un sujeto mal encarado. Cuando le recriminé el tiempo de espera me dijo, sonriente, que en esta Empresa había un mínimo compromiso y que, para la próxima vez, intentarían que el retraso fuera aún mayor. Me invitó a sentarme en un taburete de tres patas -disculpe, pero nunca cojean-.
Dispuesto a rentabilizar los cien euros que aquello me iba a costar, decidí comenzar fuerte:

- Quiero llegar a odiar mi trabajo.
- Nada más fácil,. -me dijo- Podría contárselo con detalle, pero esto sería demasiado diligente. Es mejor que lo lea Vd. mismo.
El sujeto me tendió un panfleto fotocopiado titulado "Las seis sendas para la desmotivación", y una factura de 120 Euros por asistencia y consultoría. Me tomé mi tiempo en ojearlo.
- Oiga. Si hago todo esto ¿trabajaré menos? ¿le dedicaré más tiempo a la familia? ¿seré más feliz?
- Eso no se lo puedo garantizar -dijo el sujeto, terminando de bostezar.- Lo que es casi seguro es que será fatal para su Empresa.
- ¿Y no es mejor disfrutar con lo que uno hace?
- Por supuesto. Continúe implicándose. No vamos a discutir ahora. Dentro de seis meses viene por aquí y seguimos hablando.
Me levanté. El taburete rodó por el suelo. Me di la vuelta y salí. Tiré la factura en la primera papelera que encontré, seguro como estaba que nadie me la iba a reclamar. El panfleto de "Las seis sendas de la desmotivación", reza como sigue:
El poder de las pequeñas afrentas.
Las pequeñas afrentas que realiza la empresa tienen una gran capacidad desmotivadora, pero precisan por parte del usuario una dedicación importante. Ante la pequeña afrenta es preciso un doble trabajo:
· Acrecentamiento. Debe engrandecerse en el ánimo todo lo posible. Si, es un poner, te deniegan el permiso para asistir a la boda de un amigo, deben alegarse todos aquellos días en que prolongamos la jornada para sacar las castañas del fuego a la Empresa, debe considerarse que algo así se le concedió a un compañero años atrás, debe considerarse la injusticia de la causa por la que se deniega o, simplemente, la inexistencia de ésta. Es muy útil, al respecto, recurrir a la persecución personal, como argumento.
· Almacenamiento. Nunca una golondrina hizo verano. Una simple afrenta puede ser digerida sin relevancia a medio plazo. Para evitar que la pequeña afrenta caiga en saco roto es esencial mantener un registro indeleble en la memoria. La denegación de una dieta de viaje, hoy, es sólo un jalón de una historia de desencuentros que comienza hace quince años cuando reorganizaron las mesas, que continúa el año 89, cuando nadie le felicitó la Navidad o, aún peor, cuando la paga llegó dos días tarde.
Para lograr, por esta vía, un desánimo cabal es preciso, pues, una dedicación importante a la introspección. Es preciso dedicar muchas horas a la Empresa, pensando de forma creativa y recurrente hasta sentir brotar la justa ira. Después es necesario recordar. Para ello nada como, con pequeños elementos, constituir historias. Nada queda aislado en sí mismo, sino que forma parte de un propósito perverso y deliberado que se manifiesta de vez en vez.
En contra de este procedimiento de desmotivación hay que decir que requiere un gran esfuerzo personal y aunque, como toda automortificación, se puede practicar con gusto y dedicación, lo cierto es que el esfuerzo se realiza, casi siempre, en el tiempo libre. Las ventajas del desapego que se puede llegar a conseguir, pues, se pierden en el esfuerzo. El practicante de esta línea no deja, nunca, de pensar en el trabajo. Manifiesta una dedicación propia de la cúpula directiva y consigue un conocimiento de la organización superior a la de ésta. Se lleva el trabajo a la cama, termina hablando sólo por las esquinas, como rumiante. Carga con su saco de afrentas al comprar el pan, o le dedica su primer pensamiento del día.
Debe decirse, también en contra, que no es un procedimiento autónomo de desmotivación, sino que requiere el apoyo de elementos externos. Debe concurrir una Empresa que no cuide las formas, que no considere al profesional lo más importante que, a la postre, lesione los justos derechos. Si no se cuenta con este elemento es muy complicado emprender este procedimiento de desmotivación.
La Autodenegación Preventiva
Este procedimiento de desmotivación es ideal para aquéllos que desean con vehemencia. Cuando una aspiración les sobrecoge el ánimo todo se polariza en su torno y vida, honra, trabajo y familia son vistos a través de la lente de ese deseo.
Un propósito tan importante no puede ser....

Emprendedor ¿se nace o se hace?


La última década se ha visto caracterizada por el aumento masivo de lo que se denomina la "cultura emprendedora", una nueva manera de pensar lo que antes se denominaba "self made man": aquel que ‘se hacía a sí mismo’ creando su propia empresa o negocio.

El trabajo por cuenta propia se convirtió en la alternativa privilegiada para grandes sectores de la población que ha perdido el empleo en relación de dependencia y debe instrumentar ahora su propia fuente de trabajo.
Empleo y trabajo. Dos formas diferentes de encarar la vida laboral.
Sin embargo, la actitud y la aptitud emprendedora predomina como valor.
También quienes trabajan en relación de dependencia se les pide que sean emprendedores, es decir, que puedan crear valor en su actividad dentro de una empresa, apelando a su creatividad, iniciativa y capacidad de respuesta frente a los cambios.

¿Qué significa ser emprendedor/a?
Básicamente, un emprendedor es alguien capaz de desenvolverse autónomamente y en forma eficiente en lo que hace. En esto se incluye:
Alguien que cree en sí mismo, que se tiene confianza.
Alguien que cree en sus ideas y que es capaz de llevarlas a cabo, de encontrar la manera de materializar sus sueños.
Alguien que se enamora de lo que hace y es capaz de enfrentar obstáculos y riesgos para lograr lo que quiere.
Alguien que aprende de sus errores, que no se inmoviliza o abandona cuando se equivoca o fracasa, que intenta salir adelante pese a las dificultades que encuentra.
Una persona que tiene optimismo, que adopta una actitud positiva frente a la vida.
Que prefiere hacer y crear, en lugar de quejarse o desalentarse.
Que no le hecha la culpa a los otros o al contexto sino que piensa: ¿en qué me equivoqué? ¿para qué me sirve el error?
Es alguien que tiene entusiasmo, mucha energía y fortaleza. Y, ojo, esto no significa ser un iluso o un necio que no evalúa la realidad y sus posibilidades. Implica ser muy perseverante pero no obstinado, seguir adelante aunque todo indique que por ahí no es.
Por lo tanto es capaz de correr riesgos… riesgos, no peligros mortales. Porque los evalúa, los estudia y, entonces, esos riesgos son calculados. Pero sabe que puede perder.
También sabe lo que no sabe. Puede darse cuenta qué cosa le falta aprender y, entonces, se capacita, sale a buscar lo que necesita. Por lo tanto, sólo tiene la soberbia de estar dispuesto a aprender. Esto hace que sea muy curioso/a, que investigue, que le interesen los temas que se relacionan con su actividad. Busca permanentemente, nunca se da por satisfecho/a.
Tiene miedo, pero el miedo no lo paraliza. El miedo le sirve para cuidarse y cuidar lo que hace. Es un valiente con iniciativas, pero no un suicida.
Algo más: conoce el negocio o la actividad en que está, y si no conoce, está dispuesto a conocerla al dedillo, a ser un experto en ella.
Tiene capacidad para resolver problemas porque no se ahoga en un vaso de agua y, si no puede resolverlo, busca ayuda.
Por último, para no cansarlos, tolera la incertidumbre porque puede arriesgarse a algo sin saber cómo le irá exactamente y por supuesto, la incertidumbre de lo que vendrá, de lo que puede suceder, tanto en el área de su trabajo como en la vida toda. No exige certezas o seguridades para hacer algo, porque sabe que nada cuenta con certificado de seguridad.
Todo esto significa que es alguien que cuenta con una dosis alta de autonomía e independencia.
Una persona así, ¿nace así?
Sí y no. Las dos cosas. Por un lado, hay una actitud básica de curiosidad, de inquietud interna que no todos tienen. Pero también es cierto que estas cualidades se desarrollan y potencian con las ganas de aprender y hacer algo distinto a lo que se hacía hasta un determinado momento o circunstancia de la vida. Creo que se puede ejercitar la actitud emprendedora como se ejercita un músculo y que todo esto se va aprendiendo en el hacer mismo.
Muchas personas son concientes de que pueden aprender a trabajar de otra manera, a modificar sus propios esquemas mentales y hasta a desarrollar atributos que creían inexistentes en ellas. Se pueden hacer cursos de capacitación, leer material, buscar libros sobre lo que es de interés, asistir a conferencias, conocer gente que estimula con sus ideas, acercarse a fuentes de información sobre temas de la especialidad. Incluso buscar ayuda profesional para conocerse mejor e incrementar sus posibilidades de cambio.
Hay mucho camino para recorrer y, quizás, lo más importante sea el desafío de lo nuevo.
Pero es cierto también que no todo es un camino de rosas. Muchas personas quedan paralizadas frente a la avalancha de transformaciones en todos los frentes: cambios del empleo, o la pérdida del mismo, las oscilaciones económicas o el desbarranque económico, modificaciones en la estructura familiar, inseguridad social, etc, etc.
Y, entonces, sienten que han perdido todos los referentes conocidos, las seguridades a las que estaban acostumbrados y claman por estabilidad y certezas. Se resisten a los cambios. Se resisten a modificar sus patrones de conducta y comenzar de nuevo. Quieren hacer algo, pero que alguien les diga qué. Quieren que les aseguren éxitos y confianza pero nadie puede dárselos. Quieren rutinas y tranquilidad. Y nada más lejos en este momento de lo que está sucediendo. Entonces pueden caer en el desaliento y el enojo, el resentimiento porque les sacaron el piso sobre el que estaban parados.
Sólo podemos decirles que empiecen por mirar a su alrededor, por reconocer el mundo en que estamos. Que comiencen de a poco a conectarse con otras cosas, que aprendan a mirar otras posibilidades, que de a poco irán aprendiendo otros pasos, otros caminos posibles para sí mismas e incluso a reconocer cualidades o recursos no contabilizados hasta ahora.
Creo que las mujeres estamos en mejores condiciones ahora de desarrollar capacidades ocultas o desconocidas si nos animamos a salir de los estereotipos y empezamos a apoyarnos sobre nuestros propios pies. He visto muchos casos donde ocurrió esto y siempre me sorprendo de la capacidad de aprendizaje que tenemos.
Se dice que el cambio se ha transformado en lo permanente, que han caído todas las certidumbres, que convivimos con la inestabilidad y la sorpresa. Para mal o para bien, no lo sabemos, el mundo ya no nos ofrece seguridades absolutas. El "aprender a emprender" como a veces se dice, es una de las formas de adecuarnos a todo esto.
Les deseo entonces que el cambio tenga una oportunidad en sus vidas.

La Resiliencia como recurso humano en las empresas



La resiliencia es un concepto relativamente nuevo para el área de Recursos Humanos, que debemos tener muy presente.

El origen de la palabra lo encontramos en la capacidad de ciertos materiales a volver a su estado natural luego de haber sido utilizados, o bien sufrir un daño o golpe.
Desde hace tiempo se observa esta características en personas que habiendo sufrido situaciones que debieron (teóricamente) haberlos "doblado", muestran una capacidad natural para sobrellevar y vencer esta situación. Retomando de esta forma valores humanos vitales para la vida personal y comunitaria.

Desde nuestro lugar la resiliencia es definida como la capacidad de los sujetos de afrontar las adversidades, superarlas y salir aún fortalecidos de ellas. La resiliencia es producto de procesos sociales e intrapsíquicos. No se adquiere "naturalmente" en el desarrollo. Depende en gran medida de ciertas cualidades del proceso de interactividad de las personas con sus pares.
Hasta el momento se observaron algunas característica en las personas con estas capacidades:
Introspección (capacidad de preguntarse a sí mismo y darse una respuesta honesta);
Independencia (saber fijar límites entre uno mismo y el medio con problemas, sin caer en el aislamiento), capacidad para relacionarse (habilidad para establecer lazos e intimidad con otras personas);

  • Iniciativa (gusto de exigirse y ponerse a prueba en tareas más exigentes),
  • Humor (encontrar lo cómico aún en la tragedia);
  • Creatividad (capacidad de crear orden, belleza y finalidad);
  • Moralidad (consecuencia de extender el deseo personal de bienestar y capacidad de comprometerse con los valores);
  • Autoestima consistente, (base de los demás pilares y fruto del cuidado afectivo del niño o adolescente por un adulto significativo).
Desarrollo de la resiliencia
El desarrollo de la risiliencia está estrechamente relacionado con la relación del sujeto en su entorno humano, en etapas tan significativas con la niñez y la adolescencia. Promover el desarrollo de la risiliencia apunta a lograr un desarrollo más sano, descubriendo y potenciando las fortalezas propias del sujeto para superar las adversidades.
De esta forma se desarrolla la capacidad para que los efectos nocivos de las situaciones de riesgos disminuyan, al existir un predisposición y acción proactiva sobre la realidad, sin desconocer la misma.
El desarrollo de la risiliencia, en tanto capacidad de proteger la propia integridad ante las presiones deformantes, y la capacidad de construir conductas vitales positivas pese a las circunstancias difíciles, hacen del individuo un luchador innato, capaz de construir o reconstruir su propia vida a pesar de las circunstancias dificiles.