Hace años que leo las páginas "salmón" de los periódicos. Antes para saber lo que me convenía, hoy día para saber lo que conviene a mis clientes.
Aquel domingo encontré un anuncio que me llamó la atención:
"Gabinete Desmotivador.
Resuelva sus excesos de motivación.
Logre el sano distanciamiento que siempre soñó tener.
Ataje de raíz el stress y los problemas familiares"
Llamé sin dudar y concerté una cita. Llegué diez minutos antes de la hora. Me hicieron esperar dos horas en una sala mal ventilada y peor iluminada, leyendo trozos de revistas mal avenidos.
Me recibió entonces un sujeto mal encarado. Cuando le recriminé el tiempo de espera me dijo, sonriente, que en esta Empresa había un mínimo compromiso y que, para la próxima vez, intentarían que el retraso fuera aún mayor. Me invitó a sentarme en un taburete de tres patas -disculpe, pero nunca cojean-.
Dispuesto a rentabilizar los cien euros que aquello me iba a costar, decidí comenzar fuerte:
- Quiero llegar a odiar mi trabajo.
- Nada más fácil,. -me dijo- Podría contárselo con detalle, pero esto sería demasiado diligente. Es mejor que lo lea Vd. mismo.
El sujeto me tendió un panfleto fotocopiado titulado "Las seis sendas para la desmotivación", y una factura de 120 Euros por asistencia y consultoría. Me tomé mi tiempo en ojearlo.
- Oiga. Si hago todo esto ¿trabajaré menos? ¿le dedicaré más tiempo a la familia? ¿seré más feliz?
- Eso no se lo puedo garantizar -dijo el sujeto, terminando de bostezar.- Lo que es casi seguro es que será fatal para su Empresa.
- ¿Y no es mejor disfrutar con lo que uno hace?
- Por supuesto. Continúe implicándose. No vamos a discutir ahora. Dentro de seis meses viene por aquí y seguimos hablando.
Me levanté. El taburete rodó por el suelo. Me di la vuelta y salí. Tiré la factura en la primera papelera que encontré, seguro como estaba que nadie me la iba a reclamar. El panfleto de "Las seis sendas de la desmotivación", reza como sigue:
El poder de las pequeñas afrentas.
Las pequeñas afrentas que realiza la empresa tienen una gran capacidad desmotivadora, pero precisan por parte del usuario una dedicación importante. Ante la pequeña afrenta es preciso un doble trabajo:
· Acrecentamiento. Debe engrandecerse en el ánimo todo lo posible. Si, es un poner, te deniegan el permiso para asistir a la boda de un amigo, deben alegarse todos aquellos días en que prolongamos la jornada para sacar las castañas del fuego a la Empresa, debe considerarse que algo así se le concedió a un compañero años atrás, debe considerarse la injusticia de la causa por la que se deniega o, simplemente, la inexistencia de ésta. Es muy útil, al respecto, recurrir a la persecución personal, como argumento.
· Almacenamiento. Nunca una golondrina hizo verano. Una simple afrenta puede ser digerida sin relevancia a medio plazo. Para evitar que la pequeña afrenta caiga en saco roto es esencial mantener un registro indeleble en la memoria. La denegación de una dieta de viaje, hoy, es sólo un jalón de una historia de desencuentros que comienza hace quince años cuando reorganizaron las mesas, que continúa el año 89, cuando nadie le felicitó la Navidad o, aún peor, cuando la paga llegó dos días tarde.
Para lograr, por esta vía, un desánimo cabal es preciso, pues, una dedicación importante a la introspección. Es preciso dedicar muchas horas a la Empresa, pensando de forma creativa y recurrente hasta sentir brotar la justa ira. Después es necesario recordar. Para ello nada como, con pequeños elementos, constituir historias. Nada queda aislado en sí mismo, sino que forma parte de un propósito perverso y deliberado que se manifiesta de vez en vez.
En contra de este procedimiento de desmotivación hay que decir que requiere un gran esfuerzo personal y aunque, como toda automortificación, se puede practicar con gusto y dedicación, lo cierto es que el esfuerzo se realiza, casi siempre, en el tiempo libre. Las ventajas del desapego que se puede llegar a conseguir, pues, se pierden en el esfuerzo. El practicante de esta línea no deja, nunca, de pensar en el trabajo. Manifiesta una dedicación propia de la cúpula directiva y consigue un conocimiento de la organización superior a la de ésta. Se lleva el trabajo a la cama, termina hablando sólo por las esquinas, como rumiante. Carga con su saco de afrentas al comprar el pan, o le dedica su primer pensamiento del día.
Debe decirse, también en contra, que no es un procedimiento autónomo de desmotivación, sino que requiere el apoyo de elementos externos. Debe concurrir una Empresa que no cuide las formas, que no considere al profesional lo más importante que, a la postre, lesione los justos derechos. Si no se cuenta con este elemento es muy complicado emprender este procedimiento de desmotivación.
La Autodenegación Preventiva
Este procedimiento de desmotivación es ideal para aquéllos que desean con vehemencia. Cuando una aspiración les sobrecoge el ánimo todo se polariza en su torno y vida, honra, trabajo y familia son vistos a través de la lente de ese deseo.
Un propósito tan importante no puede ser....